Reflexiones sobre el Segundo Coloquio Internacional de Archivos, Universidades e Investigación
- Patricia Almeida
- 7 jun
- 3 Min. de lectura

Participar en el segundo coloquio fue una experiencia profundamente enriquecedora, tanto por la calidad de las ponencias como por el ambiente de colaboración que se generó desde el primer momento. El evento fue inaugurado por destacadas autoridades, como el rector de la Universidad Andina Simón Bolívar, Dr. César Montaño Galarza, lo que dio un realce institucional al encuentro y marcó la pauta de su importancia.
Mi participación con la ponencia titulada “El Archivo Vive: un sistema que integra, fluye y custodia. Gestión documental basada en procesos en el entorno universitario” se conectó de manera natural con muchas de las experiencias compartidas, y me permitió confirmar que, aunque los contextos sean diversos, los retos que enfrentamos los archivistas universitarios tienen puntos de convergencia.
La primera intervención, a cargo de Laura Casareto de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), fue especialmente inspiradora. Su presentación sobre los archivos universitarios como garantes de derechos resaltó cómo una gestión documental organizada y digitalizada permite ejercer efectivamente el derecho al acceso a la información pública. Me impactó positivamente el enfoque hacia la comunicación externa y el compromiso con la memoria institucional a través de actividades innovadoras como las “noches de museo”, una práctica que considero replicable en nuestro país.
Igualmente, Alba Ruth Marín de la Universidad Nacional de Colombia, compartió un proceso de transformación tecnológica admirable. Su experiencia con expedientes totalmente electrónicos y el uso de correo electrónico certificado reflejan una clara visión de futuro. Me llamó especialmente la atención cómo enfrentaron la resistencia al cambio y cómo las directrices surgieron desde las bases, consolidando una cultura archivística sólida.
Karina Logroño resaltó la importancia de trabajar con actores estratégicos para lograr un acceso más inclusivo, destacando la disponibilidad de información en lenguas interculturales y bilingües. Su ponencia nos recordó que el archivo universitario también es un puente para la equidad y la diversidad.
Desde Chile, Rodrigo Sandoval Díaz, de la Pontificia Universidad Católica, nos dejó una gran lección sobre el avance en la gestión documental y el sistema institucional del archivo, donde cuentan ya con el archivo electrónico. Chile demuestra una notable madurez en términos de archivo electrónico y sostenibilidad técnico-económica, posicionando sus archivos como generadores de conocimiento e impulsores de servicios estratégicos.
Fue muy motivador ver cómo varias instituciones ecuatorianas, como la Universidad Andina, el Instituto Tecnológico Cordillera y la Universidad Indoamérica, han desarrollado sus sistemas de gestión documental desde una base procesal, coincidiendo plenamente con el enfoque que presenté. Esta convergencia de experiencias permitió una identificación mutua entre expositores.
Otro momento relevante fue el panel de discusión organizado por el Archivo Nacional, donde se abordó la necesidad de talento humano calificado en los archivos. Se abrió un importante debate sobre la formación académica, la profesionalización y los desafíos de la escasa demanda laboral, evidenciando una brecha entre las exigencias del sistema y la realidad institucional.
Finalmente, el objetivo central del coloquio —contribuir al fortalecimiento de los sistemas universitarios de archivo como parte esencial del proceso de acreditación institucional— quedó claramente reforzado con la ponencia de Arcangel Sánchez Sánchez Gómez y Ana Gabriela Vasco, quienes expusieron con claridad el modelo de evaluación del indicador 6 (gestión documental y archivo). Su exposición fue, a mi juicio, más didáctica y directa que la ofrecida por el CACES, lo cual evidenció la necesidad de vincular teoría y práctica de forma más coherente.
Este coloquio fue una invitación a repensarnos y reinventarnos en nuestros espacios de trabajo. Me llevo nuevas conexiones, muchas ideas por implementar y la certeza de que, si unimos esfuerzos, podemos construir una red archivística sólida, moderna y, sobre todo, humana.
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